Zerolo arma ciudadanos

Tras las elecciones europeas está claro que el «partido se jugaba en Europa» y que las han ganado los «Republicanos», que no eran por los que apostaban los del PSOE, sino los de Bush, Irak, etc…Esa era la división que el PSOE ha querido y quiere siempre crear en España, enfrentando a los ciudadanos para mantenerse en el poder. Nunca se ha oido -ni creo que se oirá- un mensaje que aumente el sentimiento de pertenencia de todos a un colectivo por parte de ningún líder político del PSOE.

En EEUU, tanto los Demócratas como los Republicanos envian mensajes sobre la importancia de ser ciudadano americano En esto no existe división

No es de extrañar, ya que se han dicho muchas sandeces por parte de los lideres socialistas: Bibiana, Pajín, Chaves, Pepiño Blanco -al que le cuesta reprimirse en su función de Ministro y tiene que aportar su granito de arena contra la «derechona» del PP y explicar la protección que tiene ex-presidentes del gobierno-. Está claro que se prepara un evento cósmico: La coincidencia en el tiempo de dos líderes planetarios, Obama en EEUU y ZP en Europa (cuando le toque a España el turno de presidencia europea)

Eso pasa por querer sembrar la división, pero parece que ya no «cuela». Hay que arremeter y crear división moviendo los sentimientos y creencias desde el ámbito de lo profundamente personal a lo público, con lo que la división está garantizada. Así ocurre con el credo religioso, las relacciones sexuales, el aborto, la homosexualidad, etc….

Y en esto llegó Zerolo… a «bautizar civilmente»….Juro que por mas que trato de entender que se quiere decir con el «bautismo civil», no encuentro justificación racional. Quizas lo aclare la magnifica columna de David Gistau en El Mundo (07.06.2009), que por su interés incluyo literalmente a continuación:

En Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar decía que sólo la ausencia de dioses hace libre al ser humano. No es tan fácil. En realidad, puede resultar incluso cruel dejar a los hombres sin una creencia cuyas promesas de trascendencia alivien la naturaleza efímera del tránsito vital. Por ello, la Revolución francesa nunca quiso sustituir la religión por el nihilismo, ni siquiera cuando, bajo el Terror, estableció una prima por la delación de los sacerdotes enviados a la guillotina. Lo que hizo fue intervenir la osamenta ritual del catolicismo moldeándola con un contenido nuevo para suplantar una religión por otra: la del culto al Ser Supremo improvisado por Robespierre, el montañés que fue una de las mayores potencias asesinas de su tiempo y que anticipó con los sans-coulottes a los tonton-macouts. De entonces proceden, con toda su contradicción etimológica, los «bautismos civiles» que Zerolo resucita ahora con música de David, el gnomo.

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Nos negamos a aceptar que uno no sea un ciudadano completo mientras Zerolo no le haya leído un poema. Pero no hay pegas a que una familia progre protagonice un acto hueco y medio chorra sólo porque se niega a quedarse sin ritual iniciático y sin la excusa para que el abuelo regale un reloj de pulsera al niño y cuente chistes en los postres: al fin y al cabo, y con tal de no perderse la Navidad ni sentir culpa por celebrarla, también intentan que cuaje no sé qué festival del Solsticio de Invierno enraizado con la tradición pagana de Roma. Además, a la superstición democrática le faltan promesas de trascendencia más allá de la vida, le falta consolidarse como monopolio moral y nueva religión con sus rebaños de ciudadanos, y estos bautismos civiles sin duda ayudarán, y más ahora que han encontrado evangelistas entre el famoseo. Pero un detalle le falta a Zerolo: que ese Ser Supremo que le ha robado a Robespierre posea unos rasgos con los que pueda tallarse un ídolo.

El de la religión progre no puede llamarse Ser Supremo, porque Robespierre manchó el término con los matices genocidas sobre los cuales levantó su culto. Tampoco nos vale Ser Superior, porque habría que arrodillarse ante Florentino Pérez, y ni siquiera los más ridículos de sus abundantes aduladores nos pedirán que le llevemos al niño para que le unja la frente. La única solución la ha esbozado Leire Pajín con ese ataque de peloteo oligofrénico que enseña cómo se medra en el aparato de un partido: a los niños progres hay que bautizarlos en la fe del Ser Planetario, para cuya representación basta una ceja.

Y yo añado al artículo de David Gistau que menos mal que tenemos el ejemplo de Azaña -que se revolvería casi con toda seguridad contra los socialistas modernos y de cuya laicidad no se duda -, y que pidió confesión con un sacerdote y la extremaunción en el lecho de muerte. ¿Que harán para inventarse un sacramento de «confesión civil» y otro de «extremaunción civil»?. Ya solo les falta inventarse algo en relación con estos «sacramentos civiles» a estos socialistas de pacotilla para entrar «a fondo» de lo íntimamente personal incuso cuando un ciudadano se va al otro barrio….